El Chavo y la Chilindrina comparten un secreto que no puede ser revelado y mucho menos, que don Ramón o el profesor Jirafales se enteren. Ellos ocultan que no acudieron a sus lecciones de escuela.
Debido a esto, ingresan a la vecindad y con el miedo que sienten por guardar la noticia, el Chavo lo manifiesta con su ya conocida garrotera. A pesar de que evitan que Quico se de cuenta de lo que hicieron, se enteran de que él también no asistió a la escuela porque amaneció dormido... a las doce mediodía.
Mientras los tres piensan cuál excusa pueden decir por su falta a clases, se desvían del tema y se les ocurre jugar a los encantados. La Chilindrina con su acostumbrada suerte, le toca ser quién encanta, mientras que el Chavo y Quico evita que los toquen para así no quedar encantados.
Con las confusiones que ocurren al ver a Quico encantado, don Ramón toma un pose inigualabe y el Chavo piensa que también él está jugando a los encantados. Excelente!
Todos los miedos y excusas inventadas quedan en el olvido, ya que don Ramón les confirma que ellos no acudieron a clases por que ese día era domingo.
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