Los niños convierten el patio de la vecindad y la ventana de la casa de don Ramón, en un salón de clases, en donde la Chilindrina interpreta a la maestra. Con algunas tizas y un borrados, imparten clases de aritmética.
Pese a que se divierten, no cuentan con el permiso de don Ramón para utilizar la ventana como pizarra y en cuanto éste se da cuenta, detiene el juego y obliga a los niños a limpiar la ventana y que quede como nueva.
Con agua y jabón, más la visita del señor Barriga, provoca que constantemente los niños causen problemas, involucrando a Quico, don Ramón y doña Florinda.
El señor Barriga es quién sufre más problemas y con su saco mojado y lleno de jabón, decide irse a plancar a su casa, pero para su mala suerte, resbala con un jabón que la Chilindrina dejó tirado en el suelo.
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